gracias a su magistral puesta en escena, huye de toda convención
y lugar común para mostrarnos los bajos fondos de nuestro país
![]() |
No es lo de siempre |
Cuando un lector, digamos generalista, todoterreno o
inespecífico (etiquetar a gusto del consumidor) concatena varios textos de un
mismo género, ya sea negro, rosa o amarillo fosforito, lo habitual es que el
incauto neófito acabe saturándose de arquetipos.
Por el contrario, los pocos que superamos la prueba (con
frecuencia, dejando parte de nuestra salud mental en el empeño), no sé si por
sobrecompensación o qué otra jugarreta psicológica, nos convertimos en la
mayoría de los casos en incondicionales del cliché.
un necesario revulsivo
Tanto es así, que muchas veces parece que si el investigador
no es irónico y descreído, ni nos cae simpático ni nos resulta creíble (¡pero
qué sabremos nosotros de la vida del detective privado!), mientras que sus
contrapartidas femeninas, se nos antojan, como a los propios sabuesos, más mujeres
cuanto más fatales.
Por eso, a la larga, los lectores de género corremos un
serio peligro de ver nuestro gusto literario atrofiado, de terminar perdonando
lo imperdonable en aras del canon, disculpando que los anaqueles de librerías y
bibliotecas rebosen títulos de manida ambientación
pseudopeliculera, personajes de cartón piedra y tramas tantas veces copiadas que
hace décadas que desgastaron el papel de calco.
Por suerte, de vez en cuando, alguna intrépida editorial
independiente (jamás Planeta ni astros similares, preocupados únicamente por
sondear el universo literario en pos del próximo Larsson y el enésimo Dan
Brown) se arriesga y nos bendice con perlas negras como “Narcolepsia”.
Una obra, la ópera prima de Jordi Ledesma, que gracias a su
magistral puesta en escena, huye de toda convención y lugar común para
mostrarnos, con tal verosimilitud que antes de sentarme a escribir esta reseña
hube de hacerme con el correo de su autor para cerciorarme de que no era una
autobiografía al más puro estilo Dani el Rojo, como son, en verdad, los bajos
fondos de nuestro país.
Este “crime procedural” relata, con todo lujo de narcodetalles,
el personal descenso a los infiernos de Julio en su intento de ascender en el
proceloso mundo del lumpen catalán, de pasar de ser “el Perla”, un camello
adolescente de la
Barceloneta con delirios de grandeza, a rozar el título de
Don Julio. Para ello, nuestro peculiar cicerone gangsteril habrá de hacer
frente a un sinfín de trapicheos y delaciones, balaceras y encerronas narradas
de forma tan veraz que es imposible dilucidar donde termina la documentación y
empieza la ficción. Un auténtico padrino Made in Spain, donde se dará cita lo
peor de cada casa, desde policías corruptos de la ciudad condal a carteles
mexicanos, de pistoleros colombianos a jugadores profesionales; hecho que,
gracias al finísimo oído de Ledesma, quedará patente en sus giros y expresiones,
muy acordes con su origen y condición.
En resumen, una primera gran novela, un necesario revulsivo
ante tanto huelebraguetas prefabricado y tanto insulso poli nórdico, muy
recomendable para todo aquel lector de género que, como yo, esté cansado de que
las editoriales le sirvan “lo de siempre”.
Alreves, 2012
Compra en Estudio en Escarlata
Sergio Vera Valencia